Sobre el Autocuidado: hambre de corazón

La semana pasada recibí una sesión de coaching como parte del programa para Coaches Certificados del Centro de Transformación Profunda. Todos los trimestres recibimos cuatro sesiones gratuitas al mismo tiempo que ofrecemos cuatro sesiones a otros coaches certificados. ¿La intención? Experimentar el poder de la transformación de esta forma de coaching, a pie entre el coaching transaccional y el mindfulness. Otro día os hablaré más en detalle del contenido de este tipo de coaching.

El caso es que llegué a la sesión sin saber bien que trabajar: bueno, quizá sí. Traía una frustración pero pensaba que no era lo suficientemente importante (??) como para trabajarla en sesión. Así que lo expuse, pero nada convencida de que ahí fuese a salir algo.

Mi frustración: la incapacidad de avanzar en un curso de escritura de ocio al que me había matriculado en dos ocasiones sin éxito. Pues bien, una nueva convocatoria acababa de salir con el tema central del otoño y asociada con el lanzamiento de un nuevo libro titulado The way of the fearless writer (El camino del escritor intrépido). Habiendo recibido todos los materiales, incluido el libro, sentía que estaba otra vez escondiéndome detrás del pensamiento “Demasiado que hacer”.

Una vez expuesto el tema, y encadenado palabras con silencios y espacios para la reflexión, fuimos poco a poco profundizando en lo que realmente significaba para mí completar este curso.

Lo primero que salió fue lo típico. Vencer esa voz internalizada que me repite constantemente “nunca terminas nada, no vas a llegar a ningún sitio”. Sin embargo esta voz, que aunque sigue apareciendo inexorablemente cuando emprendo algo, ya la tengo trabajada y la verdad, a estas alturas me aburre supinamente y no siento que me aporte nunca nada.

Así que pedí trascender esta tediosa voz para explorar que había más allá y quizá descubrir algo nuevo. ¿Qué sentía que me podía aportar hacer este curso de escritura?

Y poco a poco mi corazón fue susurrando…

Y nombrando todo esto en voz alta me dí cuenta de que estaba hablando de algo tan simple pero tan importante como tiempo para mí. Tiempo de ocio para mi.

Wooow!

Estaba hablando de lo que en el programa de Alimentación Consciente basado en Compasión denominamos hambre de corazón . De algo que va mucho más allá que simplemente acallar una voz tediosa o plasmar cuatro palabras en un papel.

Darme tiempo y espacio para hacer este curso es necesario para mí, pese a que pertenezca a la categoría de ocio. Tanto como trabajar o cumplir con mis revisiones médicas anuales. Alimenta mi alma.

Privarme de este espacio de intimidad y conexión conmigo misma despierta en mí el espejismo de la escasez. Escasez que sé que, tarde o temprano, acabaré alimentando con la tele, o la nevera, o internet, o un atracón alejándome de mi autocuidado.

Comprender todo esto me está ayudado a reforzar mi compromiso con la escritura, con el curso, con este blog y conmigo misma.

Ya tengo los lápices afilados, la pluma desempolvada y el corazón abierto esperando a que mañana publiquen el primer tema a desarrollar sobre la luz de otoño. ¡Con lo maravillosa que es esta estación del año!

Yo que dudaba sobre sí este tema era un tema lo suficientemente importante como para traer a una importante sesión de coaching…

¿Qué sientes que alimenta tu hambre de corazón? ¿Qué sientes que necesitas para reforzar tu compromiso con esta fuente de nutrición? Cuéntame, me encantará leerte y dejarme inspirar por tu compartir.

Cuca